Yuxtaposición de registros
La narrativa de Tupac se caracteriza por mezclar el teatro clásico con momentos reforzados por partes filmadas (la obra comienza con la pantalla a secas, como si fuera una película), prestándose gran cuidado a la no superposición argumental entre los dos soportes.
Asimismo, se destaca la producción de vestuario y utilería y una labor impecable de Enrique Llopis, Jorge Fandermole y Claudia Madeo en la composición e interpretación musical. La iluminación, acompaña los dos registros en momentos de gran emotividad del relato, provocando sensaciones nuevas en el espectador habituado al teatro clásico.
Una historia simple (como mérito)
La tragedia de Tupac se plantea una estructura clásica, que convida a repensar la actualidad desde la memoria. Estado inicial, conflicto y desenlace claros cooperan al éxito dramático, acrecentado por la innovación de registros y la presencia (siempre fundamental) de una historia universal (en el sentido más latinoamericano del término): pasión, traición, amor, dolor y cambio.
“Esta es la historia del último Inca de América, de su lucha y la de su pueblo […] Es, por lo tanto, una parte de la historia misma de nuestro Continente […] Tal vez, ese mismo que la educación oficial de algunos países, aún se empeña en acallar”. Quizá en estas palabras se explique la intencionalidad artística de esta co-producción Argentina-Española-Venezolana.
El Arteón: un espacio recuperado
No es menor, ni para los protagonistas ni para la comunidad, que una obra como Tupac se presente en el espacio recuperado: el Arteón (Sarmiento 778). Dicho emplazamiento, reabierto el 14 de septiembre de este año, representa la historia del arte en la ciudad y su recuperación es aclamada por los y las devotas del cine y el teatro.
Bruno Preatoni
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